Cuando
realice la primera reunión con padres estaba nervioso, no sabía cuales eran sus ideas, me sentía incomodo sobre cómo iban a tomar la información que les daría, eran muchas mis conjeturas pero decidí hacerlas un lado; les indiqué que los estaría
citando dependiendo del desempeño de sus hijos, para que de esta
manera los problemas que pudieran surgir se resuelvan de inmediato.
También se señaló que en algunas ocasiones se requeriría su participación para leer a los niños, exponer con sus hijos, realizar actividades lúdicas, intervenir en el homenaje, acudir al aula a presenciar una clase,
registrar en un cuadernillo la lectura en casa, realizar tareas especiales con sus hijos.
Conforme pasaron las semanas me percaté de quiénes eran los que estarías más inmiscuidos en la educación de los niños, puesto que los
padres de cuadro alumnos muestran compromiso y apoyan en cada una de las actividades que
se sugieren; por otro lado, el alumno de sexto no cuenta con dicho
respaldo, ya que no está viviendo con sus padres sino con sus
abuelos y tía, ésta última es la que se desempeña como su tutora,
pero no le brinda la atención necesaria; ella por lo general acude a las
reuniones y acepta todos los acuerdos, pero no los realiza, no
muestra interés para que el niño cumpla con sus tareas, mejore sus
aprendizajes y modifique sus actitudes para que respete las
reglas de convivencia y se disminuyan los problemas que se generan
con los demás alumnos.
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